Eva Perón y la organización política de las mujeres
(Adaptación)
Dra. Carolina Barry
La situación política de la mujer cambió considerablemente
durante el primer gobierno peronista a partir de dos hechos que le posibilitaron participar activamente. El
primero fue la aprobación de la Ley de Sufragio Femenino en 1947, con la consecuente oportunidad de que las mujeres votaran y fuesen votadas; el segundo, la creación del Partido
Peronista Femenino
(PPF), que buscó
su incorporación masiva en la política. El peronismo tuvo un
especial interés en ampliar la ciudadanía en el proceso de elección de los gobernantes. La incorporación de mujeres a la política formaba parte, también, de las estrategias
de ampliación
de las bases de sustentación política del
peronismo y de inclusión de sectores antes ausentes.
Este trabajo busca analizar qué estrategias se emplearon en el proceso de inclusión política de las mujeres y qué circunstancias llevaron Eva Perón a convertirse en la cabeza de un partido político que no es siquiera concebible sin referirse a su
figura.
Primeros pasos
El estudio de la problemática de la mujer había sido uno de los temas en que el
gobierno de la revolución de junio de 1943 había puesto la mirada
desde la Secretaría de Trabajo y Previsión. Perón había aplicado políticas de inclusión respecto de los sectores que
se encontraban marginados
de la escena política, en especial los trabajadores.
Durante la campaña electoral de 1946
que llevó a Perón
a la primera presidencia de la Nación, el tema del voto femenino no encabezó las prioridades de la agenda
electoral, aunque fue incorporado
en
los programas
de los sectores principales que apoyaron
a Perón. Mientras tanto, comenzó a cobrar visibilidad, aunque tímidamente,
una nueva figura en la escena política: Evita, en un proceso lento que la transformaría
en
el personaje
político más importante de la Argentina peronista, después de Perón. Si bien se trataba de una época de efervescencia
política, su aparición en escena incentivó,
de alguna manera,
la participación
de algunas
mujeres en
estas arenas poco frecuentadas. La presencia de la mujer se fue haciendo sentir entre los dos contrincantes
principales de la elección del 24 de febrero, no solo con su presencia física, sino también porque se la consideraba como un elemento de prestigio e incorruptible a ser tenido en cuenta a la hora de sumar voluntades.
Si bien las mujeres no votarían en la elección, constituían un importante núcleo de propaganda política. Numerosas mujeres
apoyaron taxativamente la propuesta oficialista, imbuidas de una efervescencia política sin igual y atraídas por el nuevo proyecto político encarado para la Argentina
por Juan Domingo Perón.
Los acontecimientos que eclosionaron el 17 de octubre de 1945 habían puesto de relieve la capacidad de convocatoria general, y de las mujeres en particular, que
este naciente peronismo
poseía, sobre todo entre aquellas de extracción popular. Esta
adhesión al peronismo no se circunscribió
únicamente a ocupar las calles, sino que las
mujeres que lo apoyaron actuaron como agentes activos de la movilización y como fundadoras
de centros cívicos femeninos.
Cuando
Perón asumió
la
presidencia, el
sufragio femenino formó parte del
conjunto de leyes del Plan de Gobierno. A partir de ese momento el gobierno
peronista inició una fuerte campaña que tuvo en Eva Perón su portavoz privilegiada. El voto femenino era un tema
social y
políticamente
aceptado por
la mayor
parte
de
la dirigencia nacional, y difícilmente encontraría obstáculos para su implantación, salvo
algunas excepciones, tal como queda demostrado
en
los debates parlamentarios. Sin
embargo, la campaña a favor del voto femenino fue una de las aristas en que se apoyó
Eva Perón para la construcción de su todavía incipiente liderazgo. María Eva Duarte de Perón, en su novedoso
papel de Primera Dama y fidelísima colaboradora de su marido,
comenzó a introducirse
en el ambiente político. Si bien su influencia no era aún lo que
supo ser años más tarde, su poder iba acrecentándose día a día.
La campaña a favor del sufragio
femenino comenzó en enero de 1947 con una
serie de discursos que pronunció Eva Perón y que fueron transmitidos por la Radio del Estado y la Red Argentina de Radiodifusión. A medida que transcurrían los meses, éstos
fueron aumentando en intensidad y presión. El 9 de septiembre de 1947 se sancionó la Ley de
Sufragio Femenino, que fue el primer paso en la incorporación formal de las mujeres al ámbito político, aunque sería insuficiente decir que la incorporación
se produjo a partir de dicha ley. Con su sanción, las mujeres obtuvieron
los
mismos derechos y deberes cívicos que la reforma electoral de 1912 había garantizado sólo a los varones, es decir,
la
obligatoriedad de votar en las elecciones a partir de los 18 años y el derecho
a ser candidatos a puestos electivos.
Mientras aumentaba la presencia pública y el liderazgo
de Eva, se hacía más notable también la aparición en escena de las mujeres, primero
de forma
inorgánica y luego organizándose
en
centros cívicos femeninos que paulatinamente se denominaron Evita, Eva
Perón, María Eva Duarte de Perón. Su presencia comenzó a notarse a partir de 1946, también de manera inorgánica al principio, y organizados
por Eva Perón después.
Todas las manifestaciones políticas surgidas desde fines de 1945, organizadas o no, cimentaron de alguna manera un campo propicio para la creación del PPF, lo que da cuenta de un clima de efervescencia política más o menos manifiesta.
La sanción de
la ley de voto femenino tuvo un significado especial para el peronismo: la
coronación de Evita como la propulsora indiscutida del ingreso de las mujeres en la
política, situación que ayudó a construir su liderazgo. La ley de voto fue fundacional para las mujeres, pero sobre todo para Evita, pues ella se erigió como la intérprete indiscutida de un sector postergado
hasta ese entonces. Si Perón lo fue de los
trabajadores,
Evita lo sería de las mujeres. La ley era un paso formal, pero no era suficiente para incorporar o crear espacios en los partidos políticos que incluyeran a las mujeres. Esto llevó a desacuerdos por desinterés, incapacidad o ignorancia respecto de la manera de implementar su inclusión partidaria, así como también produjo cierto
temor acerca de cuál sería el comportamiento electoral de la mitad de la población.
Manifestación de mujeres frente al Congreso Nacional por la Ley de Voto Femenino, 1948. |
El Partido Peronista Femenino (PPF)
El Partido Peronista Femenino se fundó el 29 de julio de 1949 en el marco de la
primera Asamblea Organizativa del
Partido Peronista.
El
PPF nació como una organización política compuesta exclusivamente
por mujeres, que contó con una estructura y células operativas propias y fue crucial para que Juan Domingo
Perón
obtuviera la reelección para su segundo mandato presidencial. El PPF estaba presidido
por Eva Perón, que alcanzó un poder impensado
para una mujer a mediados del siglo XX.
El PPF, a diferencia del Partido Peronista
(masculino),
se organizó a partir de una táctica política de penetración territorial consistente
en
un “centro” que controlaba,
estimulaba y dirigía el desarrollo de la periferia, es decir, la constitución de los mandos
locales e intermedios del
partido. Como primera medida, y para saber con cuántas partidarias o simpatizantes contaban,
se
organizó un gran censo nacional de mujeres peronistas bajo el lema “cuántas somos y dónde
estamos”. Las encargadas
de llevarlo a cabo fueron 23 delegadas, una por cada provincia o territorio y
una por la Capital Federal. La elección de delegadas
se hizo a partir de la selección personal que realizó Eva Perón de cada una de ellas, y
también del establecimiento de lazos personales, lo que obligó a desarrollar actitudes fuertemente conformistas y reverenciales para obtener su favor. Las seleccionadas no tenían ningún
tipo
de experiencia política previa, y esa era, además, una de las condiciones para ser elegidas.
El partido buscaba incorporar
a un sector determinado de mujeres, en general, que pertenecían a sectores obreros o subalternos. Una investigación preliminar
permite señalar que el Partido Peronista
Femenino intentó incluir a las mujeres en tanto mujeres en su estructura organizativa, más allá de sus condiciones
de clase. Por eso señalamos
que se trató un partido de integración social, que es aquel que busca
incluir a un grupo
específico y, además, constituye una respuesta político organizativa al
desarrollo de las políticas de masas. Este tipo de partido busca organizar y movilizar a nuevos
sectores anteriormente
excluidos de la competencia política, tarea que los partidos tradicionales de representación individual no pueden llevar a cabo. El partido de integración social pretende
movilizar e incorporar
a la vida política a grupos sociales
específicos, como por ejemplo, las mujeres.
La actividad
política
La actividad en
las
unidades básicas
femeninas estaba
dirigida tanto a las mujeres como a sus hijos menores, e indirectamente, a la familia en su conjunto. El acelerado y exitoso crecimiento del PPF en torno de la estructura de las unidades básicas femeninas provocó que pronto éstas se convirtiesen en el modelo a seguir por las otras ramas del movimiento peronista y
a tener en la mira para su organización. La
capacitación y la asistencia social fueron las dos funciones primordiales de todas las unidades básicas femeninas. Más allá de la actividad estrictamente política, como captar prosélitos,
hablar de temas políticos o concurrir
a actos masivos en apoyo a los líderes partidarios, el eje de la acción estaba destinado
a cubrir los intereses considerados
culturalmente propios de las mujeres.
Se buscaba atraerlas y
vincularlas al partido, para
lo cual se implementaron una serie de cursos
de
capacitación ajustados
a
sus
necesidades y al rol social que cumplían. Todas las unidades básicas femeninas, sin excepción, debían obligatoriamente implementar un plan de alfabetización destinado a mujeres adultas, como también brindar
clases de apoyo escolar para los niños. Estos cursos eran dictados por una maestra
que se hacía
cargo de uno o
varios locales
partidarios. El plan de alfabetización constaba de la
enseñanza de lectoescritura y cálculos matemáticos básicos.
En la búsqueda
de la manera de impartir la enseñanza de labores consideradas propias de la mujer se dictaron, además, cursos de diferentes tipos. Las clases de Corte y Confección seguían en prioridad
a las de alfabetización, con la intención de que las madres tuviesen la posibilidad de vestir a sus hijos “decentemente” y
trabajar desde sus
casas. En muchos casos se complementaban con el envío de máquinas de coser y
géneros por parte de la Fundación Eva Perón. El
resto de la capacitación que
se
brindaba dependía tanto de los intereses particulares de
las mujeres de cada barrio como de la existencia de una profesora que se encontrara en condiciones de impartirla.
Había una
ayuda complementaria para las mujeres que trabajaban o que querían trabajar en oficinas.
Para ellas se dictaban clases de taquigrafía, dactilografía, inglés elemental y superior,
francés, declamación. Estos cursos se dictaban en las unidades básicas
femeninas que apuntaban a los sectores medios y, buscando la forma de atraer mujeres que
vivían en los barrios más pudientes, se realizaron talleres de literatura donde,
por ejemplo, se analizaba una obra de un escritor reconocido.
La ayuda social fue un puntal político extraordinario
que adquirió un relieve inusitado
dentro de las actividades que se desarrollaban en las unidades
básicas
femeninas, aunque no formara parte de los objetivos
iniciales del partido. En un primer momento las unidades
básicas femeninas actuaron como receptoras para luego transformarse en detectoras de necesidades. Los pedidos se canalizaban por medio de los depósitos de la Fundación o
de los organismos que correspondieran. Los más comunes eran de trabajo y tratamientos médicos, como también de internaciones
en Ciudad Infantil (para niños abandonados o para aquellos cuyas madres necesitaran dejarlos para salir a trabajar), viviendas, materiales para la construcción,
pensiones, prótesis ortopédicas,
dentaduras, vestidos de comunión o de casamiento y muebles. La unidad básica femenina era el primer lugar al que
acudir, en especial para las mujeres
de los sectores bajos.
La ocupación y preocupación por los temas sociales que se gestionaban desde las
unidades básicas femeninas configuraron el papel de la mujer peronista que, como parte de su misión
política, cumplía también una misión
social, misión de la cual “su ejemplo vivo era Eva Perón”. De ahí que la labor política también adquiriera un costado social y de gestiones prácticas que lo diferenciaba de las formas masculinas de hacer política más ligadas a los partidos tradicionales. La acción social en la unidad básica buscaba ser
una continuidad de la tarea realizada en el hogar y se implementó como forma de
encauzar los sentimientos netamente femeninos, lo cual le proporcionó a la mujer un ámbito diferente de acción del que había conocido
hasta entonces. De alguna manera, desde el partido se buscaba deliberadamente definir la participación de las mujeres, como si sólo
llevara adelante
una acción social y
no
política, situación que de hecho sirvió para incorporar
una mayor cantidad de mujeres a la estructura partidaria. Las
mujeres peronistas formaron parte de un estilo original de hacer política, al tiempo que
se sentían partícipes indispensables de la “misión” que Evita estaba llamada a realizar.
En menos de dos años de ardua tarea política, el PPF
logró su objetivo político más importante: la reelección de Perón para un segundo
período presidencial. Las mujeres llegaron de manera excepcional a esta primera elección y
el
resultado de su movilización
e
incorporación al
peronismo puede
medirse
en el
63,97% de
votos femeninos que obtuvo el partido oficial el 11 de noviembre de 1951. Las mujeres
superaron en cantidad de votos peronistas a los varones en todos distritos, y
lograron
cifras inusuales, como fue el caso de Chaco, donde el 82,76% de
las mujeres que participaron en la elección votaron al peronismo. El menor porcentaje de votos lo encontramos en Córdoba, provincia históricamente radical, donde el 52% de las mujeres
votaron
por
el peronismo. Estos
altos
índices fueron superados
en las siguientes elecciones de 1953 y 1954.
Las mujeres ocuparon
lugares en las listas de legisladores y todas las candidatas
resultaron electas: 23 diputadas y seis senadoras nacionales, cifra que, sumada a la de las legisladoras provinciales,
dio
un total de 109 mujeres elegidas.
Consideraciones finales
El peronismo surgió cuando la participación política formal estaba
reservada
solamente a los hombres. Integrador de sectores antes ausentes de la escena política, este movimiento
logró cambiar la situación de la mujer. El proceso de inclusión política de las mujeres durante el
peronismo
no puede entenderse sin
hacer referencia
al liderazgo de Eva Perón. Dos hechos influyeron en el desarrollo político del movimiento de mujeres: la ley de voto y la reforma de la Constitución nacional. En estos estadios
simbólicos y diferenciados se pueden apreciar también dos momentos políticos de la construcción del poder de Eva Perón que le sirvieron para formar un partido de mujeres
único en la historia argentina.
El peronismo
se animó a pegar el salto al vacío que significaba otorgar el voto a la mitad del padrón electoral sin saber cuál sería su comportamiento electoral. Pero
también buscó ir más allá de la ley de sufragio, un paso importante pero insuficiente
para crear espacios de participación
dentro de los partidos. Los cambios se perfilaban
más profundos
que el hecho de votar en una elección. La innovación surgía
de propiciar
ámbitos concretos para
las mujeres
en la estructura partidaria,
y no en cuestiones meramente declarativas.
El peronismo
político se
planeó separado
entre varones y
mujeres, tuvieron
formas de organización y de militancia diferenciadas, aun cuando respondieran
a los
mismos
objetivos políticos
finales.
El
tipo de actividades implementadas en las unidades básicas femeninas buscó responder a las inquietudes
de las mujeres. Tanto la
implementación de la capacitación como la ayuda social constituyeron
eficaces instrumentos de incorporación y socialización política de las mujeres en esta primera incursión política. Las mujeres encontraron en el mundo de la política, a través de
la capacitación, elementos que les servían para reafirmarse en su posición
doméstica.
Aunque a esa altura había una amplia aceptación respecto de que las mujeres ejercieran sus
derechos políticos,
no dejaba sin embargo de generar cierta resistencia el hecho de
que asumieran roles fuera del hogar. Si las mujeres se ocupaban de las cosas que hacían
al
hogar so pretexto de estar haciendo política, era tranquilizador
para todos, en un momento en que el hecho de que la mujer saliera de casa y
se inmiscuyera en estos asuntos no estaba bien visto. De alguna manera, Evita ayudaba y
legitimaba con sus
acciones la actuación política de las mujeres. Pues
si ella salía todas las mañanas de la residencia presidencial para ocuparse de temas que estaban vinculados con la política,
cosa muy poco habitual para la época, las mujeres comunes estaban también habilitadas
para hacerlo.
La respuesta a la pregunta inicial,
sobre cuáles fueron las estrategias empleadas en
el
proceso de inclusión política de las mujeres durante el peronismo, se revela a partir de
situaciones objetivas que confluyeron en la organización de una estructura política singular que albergó masivamente a las mujeres en su seno. Un vacío legal que supo ser
capitalizado de manera exitosa, y que posicionó a Eva Perón
en
el lugar de la artífice de los derechos femeninos. Un momento político: la inestabilidad institucional
dentro del Partido Peronista masculino; una oportunidad: la necesidad de canalizar la efervescencia
política en que se encontraban inmersas las mujeres. Un objetivo político: la reelección
de Perón. Es decir, un momento, una oportunidad, una mujer. El liderazgo de Eva
Perón,
la inexperiencia política de las mujeres y la difícil situación imperante en el Partido Peronista llevaron a la conformación de un partido político excepcional cuya mayor fortaleza constituyó,
también, su mayor debilidad: el liderazgo carismático de
Evita.
GLOSARIO
(Fuente: http://www.cnm.gov.ar/AreasDeIntervencion/MujerTrabajoEmpleo.html)
Sexo:
Se refiere a las diferencias biológicamente determinadas con carácter
universal entre los hombres y las mujeres.
Género:
Es el conjunto de características sociales, culturales, políticas,
psicológicas, jurídicas y económicas asignadas a las personas en forma
diferenciada de acuerdo al sexo. El género es una construcción social,
un producto de la cultura que establece qué es lo propio del varón y de la
mujer y que se aprende a través del proceso de socialización.
División sexual del trabajo: Significa la separación supuestamente
"natural" de ámbitos específicos de trabajo para varones y mujeres. En
el caso de las mujeres, la identificación entre maternidad biológica y
maternidad social, opera como mecanismo de legitimación para la asignación del
trabajo doméstico como pertinente a su género. El trabajo doméstico es clave
para el funcionamiento de la sociedad, ya que resuelve todo lo relativo a la
reproducción de la fuerza de trabajo: alimentación, higiene, cuidado de los
niños y ancianos, atención de la salud del grupo familiar. Este trabajo por ser
realizado fuera del sistema del mercado no es valorado ni remunerado, no aparece
en las estadísticas de empleo y es invisibilizado. En los últimos años y como
logro de las luchas de las mujeres comienza a ser reconocido el valor económico
que este trabajo implica.
Estereotipos de género: Es la tipificación social del ideal masculino y
femenino. El conjunto de características que la sociedad espera de un varón y
de una mujer. Así, el estereotipo masculino normativiza como lo propio del
varón la actividad y la independencia, mientras que el estereotipo femenino
normativiza como más pertinente la pasividad y la dependencia.
Estereotipos laborales: Es la tipificación en el ámbito del trabajo de
ciertas ocupaciones como femeninas y otras masculinas. En general los trabajos
que desarrollan las mujeres están concentrados mayoritariamente en el sector de
prestación de servicios: salud, educación y servicios a la comunidad. La
socialización de las mujeres para las actividades reproductivas (educación y
crianza de los niños/niñas, cuidado de los ancianos/as, preparación de los
alimentos, cuidado de la salud del grupo familiar) posibilita a las mismas una
mayor habilidad para las profesiones más cercanas a su rol doméstico. También
hay concentración de mujeres en la industria textil y electrónica, en las
cuales también se aprovechan ciertas habilidades femeninas adquiridas en el
proceso de socialización.
Discriminación: Toda distinción, exclusión o preferencia basada en motivos como la
raza, el color de la piel, el sexo, la religión, las opiniones políticas, la
ascendencia nacional, el origen social u otros criterios designados, que anulen
o menoscaben la igualdad de oportunidades y de trato en el empleo o la
ocupación.
ACTIVIDADES
1- ¿Qué
establece la Ley de Voto Femenino de 1947? ¿Cuál les parece que es la
importancia de la sanción de esta Ley y de la creación del PPF?
2- ¿En
qué sentido es fundamental la figura de Eva Perón en el proceso de irrupción de
la mujer en la política? ¿Y para el peronismo?
3-
Expliquen con sus propias palabras las frases resaltadas en negrita.
4-
Caractericen el surgimiento y la organización del PPF. ¿Por qué la autora lo
considera un partido de “integración social”?
5-
¿Qué actividades se desarrollaban en las unidades básicas del PPF (más allá de
la actividad política)? Relacionen el dictado de estas actividades con los
conceptos de género, estereotipo de género y estereotipos laborales. ¿Les
parece que podemos afirmar que existe una tensión entre la introducción de la
mujer en la política y estas actividades desarrolladas en las unidades básicas?
¿Por qué?
6- ¿Cuál
fue la importancia de las mujeres en las elecciones de 1951?
7- ¿Por qué se relacionaba la ayuda social con lo femenino?
8-
Resuman en un párrafo de 10 renglones el contenido del artículo.